Empezamos esta entrada de blog afirmando que cualquier alimento puede provocar una reacción alérgica.
La alergia se produce cuando el organismo entra en contacto con un alérgeno, es decir, una sustancia que el organismo identifica como una amenaza y para defenderse desencadena un proceso inflamatorio, causando desde rojeces, erupciones o lagrimeo hasta problemas respiratorios o un shock anafiláctico.
La intolerancia, sin embargo se produce cuando el organismo no es capaz de digerir un compuesto de los alimentos, lo que puede causar problemas digestivos. Aunque la intolerancia puede ser molesta y tener un impacto negativo en la calidad de vida, no es tan peligrosa como una alergia.
Los alérgenos más comunes son:
En los niños menores de cinco años, los alimentos implicados suelen ser los más consumidos, y las diferentes sensibilizaciones suelen aparecer en el mismo orden de incorporación de estos alimentos a la dieta. El huevo (clara), la leche de vaca y el pescado son los alérgenos alimentarios más frecuentemente involucrados en reacciones de hipersensibilidad. La leche de vaca es el primer alimento no homólogo que recibe el niño en cantidades importantes; siendo, por tanto, el primero que puede causar reacciones adversas.
En los niños mayores de cinco años predomina la sensibilidad a alimentos vegetales como frutos secos, frutas y legumbres, pescados y mariscos. Su comportamiento es variable, y en ocasiones también pueden evolucionar hacia la tolerancia.
ALGUNOS CONSEJOS ÚTILES ANTE LA PRESENCIA DE UNA ALERGIA ALIMENTARIA
Lo primero de todo, en el momento que haya sospecha de una posible alergia hay que acudir al pediatra. Aunque el médico nos explique las medidas que tenemos que llevar a cabo, existen una serie de consejos muy útiles que nos evitarán más de un susto:
- Siempre es mejor comer en casa, evitando los platos precocinados.
- Podemos hacer una lista de los componentes alimenticios perjudiciales para el niño
- Debemos examinar las etiquetas con cuidado.
- Cuando salimos a comer fuera debemos asegurarnos de que no hay ningún riesgo en los platos que coma el niño.
- Es bueno tener a mano un botiquín con fármacos que puedan ser administrados al niño en caso de necesidad. Siempre recetados por el pediatra.